Yoga y emociones

Esta semana pasada hemos vivido algunas anécdotas en las clases que imparto en la escuela, así como en otros espacios.

La práctica de yoga cuando se realiza con la atención que requiere, con el tiempo que requiere, con la conciencia en la respiración y en el proceso interno, traspasa los límites del mero ejercicio físico y drena más allá de nuestra mente, drena las emociones atrapadas en nuestro cuerpo.

Nuestro cuerpo registra todo lo que acontece siempre, aunque creamos que no, aunque lo hayamos olvidado, lo cierto es que nuestro cuerpo tiene memoria y no hay tiempo. Podemos obviar situaciones o incluso nuestro cerebro, para protegernos, puede “olvidar” según qué vivencias, pero el cuerpo sigue registrando. “Nuestro cuerpo lleva la cuenta” como nos explica el autor Bessel Van der Kolk en su libro.

En Yoga movilizamos nuestro cuerpo con amor, combinando la energía y la relajación, atendiendo a la respiración y estirando o contrayendo, relajando, tonificando, pero con la atención focalizada en el momento presente, en tu cuerpo y de nuevo en tu respiración.

Es normal, es saludable que dejemos que el cuerpo exprese, suelte, drene, por eso si lloramos,  suspiramos, bostezamos, estamos abriendo a pasos a ese drenaje necesario.

Es necesario oxigenar, soltar, respirar con amplitud, para poder descansar de verdad, desde dentro. Es necesario para soltar los velos internos que no nos dejan ver con claridad, hacia fuera y hacia dentro. Siempre digo en mis clases que el bostezo es bienvenido siempre, en cualquier momento, he de añadir que las lágrimas también, o la risa, o lo que nuestro cuerpo desee expresar.

Vivimos en un mundo que trata de encorsetar los instintos, la humanidad y nuestras emociones, donde todo debe ser perfecto, pero lo real es bien distinto. La vida es un milagro, es maravillosa y es así porque contiene de todo. Hace poco leí que la tristeza y la alegría van juntas siempre, si, y es porque si conoces una valoras la otra, si no, no sabríamos distinguir entre las dos, por ejemplo.

Asi que te invito a que disfrutes de tu práctica plenamente y puedas renovarte en cada sesión. Esto te ayudará a ir abriendo tu corazón, desde la bondad más auténtica que hay en ti y a mirar al mundo con ojos más claros y transparentes. Pero sobre todo a mirarte a ti, a sentirte a ti, con toda la plenitud y potencial que hay en ti.

Ling.

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